23 diciembre 2008

Luz y paz con pan






Luz de mi pueblo, luz de la ciudad. Luz que ilumine el lecho de los olvidados y le devuelva la dignidad robada sin piedad. Luz que trasciende el campanario hacia el más allá llevando el mensaje de felicidad.

Paz de niño nacido con pan, que a ninguno debiera faltar porque esa es la auténtica paz.
Paz del alba perfumada, purificada al romper el día
Paz renovada.
Paz.
Y ya ¡Feliz Navidad! Felix.



19 diciembre 2008

¿Invierno o verano?

Agustín, comentaba no hace mucho en su blog, sobre el extraño comportamiento de muchos animales, y yo, recogía esa observación para añadir las mías sobre las plantas y algún bicho, sospechando que el cambio climático tenía algo que ver en estos asuntos, preguntándome, etre bromas y veras si, a la postre, esto no afectaría también a las personas. Hoy a tenor de lo que observo por aquí y por allá, estoy convencido que las personas también están afectadas por la alteración climática y la foto viene a corroborar esta teoría.

Un buen día, salí a darme un garbeo por ese espacio único que es el Rastro de Madrid, un lugar único donde se encuentra de todo, o casi. Allí me topé delante de un tenderete con el protagonista de la foto. Recuerdo que hacía frío, al menos yo lo tenía, pero cuando vi al caballero en camiseta, de repente me entró calor y dudé por un momento si estaba en Madrid o en Cancún. Eché un vistazo a mi alrededor y vi a a la señora de siempre, vestida de negro, ubicada en el mismo sitio de siempre dándole sin parar al manubrio de su organillo que lanzaba al viento melodias del chotis. Eso me tranquilizó. No cabe duda, estoy en Madrid, me dije. Pero ¿es invierno o verano? No sabía responder. Me acechó de nuevo la duda. Recordé entonces que en estos tiempos tan raros, tan locos y tan desfasados, bien podía ser una cosa y la otra. De modo que llegué a la conclusión de que se había colado, sin que lo advirtiéramos, una nueva estación que no es ni invierno ni verano sino las dos a la vez. ¿Alguien lo duda? Félix

17 diciembre 2008

Tiempo de nieves


Se acerca la Navidad,las chimeneas humean,el brasero en la camilla,la olla cuece a su ritmo,es tiempo de Paz. Félix

14 diciembre 2008

Tiempo de brasero

El otro día pasé por mi calle, la que fue mía y de quienes jugábamos en ella durante la infancia. Es la más ancha, o casi, y fue la más bonita porque, aunque no tenía nombre, ni lo necesitaba, terminaba en una plaza, también sin nombre, adornada con una enorme peña en el centro que nos servía de escenario donde improvisábamos todo tipo de juegos, teatro y pantomimas al aire libre cuyas funciones se sucedían cada noche de verano bajo la luz tenue de la única bombilla que colgaba del poste de la plaza. Entonces alegrábamos la calle unos veinte chavales. Hoy sólo quedan: Agustín, Salvador y José Luis, quinto mio, y con ellos, cada día, la calle recobra su vida. Agustín nos deleita con su directo Zarza y Salvador prepara los mejores braseros.
Y a eso iba, a los braseros. Cuando llego a la Zarza, no sé por qué, siempre paso por mi antigua calle. Así que, el otro día me detuve al ver el brasero que Salvador estaba atizando con todos los bártulos necesarios para dicha tarea. Esa mañana brillaba el sol pero la temperatura era engañosa; agradable al sol y frió a la sombra, algo habitual por estos lares en noviembre. Por estas fechas el frió se mete en las casas y ya no sale hasta el verano de modo que el brasero es un elemento indispensable para combatirlo.
Me llena de satisfacción cuando descubro alguna obra de arte realizada por cualquier persona en el ámbito rural. Hay mucho arte y muchos artistas, claro, que plasman sus obras, a veces, en las cosas aparentemente más anodinas, al filo de los días, según las circunstancias. En este caso, la preparación del brasero es como tener el museo en plena calle porque los utensilios para prepararlo estaban allí, en la calle, expuestos sin pretensión alguna. Así que me paré al ver a Salvador atizando el brasero y Agustín conversando con él. Propuse a Salvador hacerle una foto en plena faena, pero rechazó mi oferta. Entonces me centré exclusivamente en los trastos que parecían estar esperándome para la foto.
Normalmente el brasero se llena de cisco y este se prende con brasas. Salvador en este caso estaba quemando unos troncos de escoba. Después de terminar la combustión las brasas forman ya parte del rescoldo uniforme y el brasero está ya listo para ocupar cualquier dependencia de la casa. Ahí están los utensilios necesarios: cubo para recoger la ceniza, badil, tenazas y la alambrera para cubrirlo y evitar que el gato se chamusque el pelo, entre otras cosas. El museo en la calle.
Gracias Salvador. Félix