30 agosto 2009

¿Agosto frío al rostro?














Ignoro si en el refranero existe otro proverbio que contradiga el de “agosto frío al rostro”, pues este se ajusta muy bien a la meseta castellana, al menos en la segunda mitad del mes. Pero este año ha sido todo lo contrario; calor y fuego han atizado nuestra comarca después de nuestra fiesta, el diez de agosto. Probablemente este calor tan sostenido durante dos semanas bata algún récord. La primavera fue muy ruin en lluvias y ahora sufren las plantas dicha escasez como lo muestra en la foto nuestra planta emblemática, la zarza, con sus moras escasas, madurando un tanto raquíticas, con las hojas que no aguantan la embestida del fuerte calor. Lo mismo ocurre con los robles que cubren nuestros campos. Si uno no conociera estos parajes pensaría que es el otoño al ver infinidad de robles con las hojas secas como el de la foto, lo que es propio del mes de noviembre. Observando esta anomalía provocada por la falta de agua y el calor, vemos que los robles que no resisten son precisamente los más jóvenes, independientemente de su ubicación (zona pedregosa o valle)
Los más veteranos han sufrido otras “guerras” y están curtidos, y contrasta su verdor y frondosidad con el resto. La Naturaleza es implacable con sus leyes y como siempre son los novatos los que pagan el pato. El sol ya no calienta, quema, de modo que agujeros debe haber, y muchos, por ahí arriba en la capa de ozono.
Y para rematar esta quincena, el fuego no ha dado tregua de un lado y otro de la frontera, en el cañón del Duero, de modo que los helicópteros llegados para apagarlo comenzaban a formar parte del paisaje.
Una de las fotografías muestra los destrozos del fuego del otro lado del río en tierras portuguesas, frente a Mieza y Vilvestre. Precisamente la foto es muy elocuente y nos muestra como las tierras labradas y bien cuidadas están a salvo como ese grupo de olivos que fueron cercados por las llamas y solo los de la orilla sufrieron inevitablemente el acoso y quedaron chamuscados.
En un país como España, con gran riesgo de desertificación, yo no veo políticas encaminadas a prevenir este riesgo y nos limitamos a apagar fuegos y después a plantar árboles y poco más.
Esperemos que el invierno sea, al menos, prodigo en lluvias para reparar tanto desaguisado, y que San Lorenzo nos proteja. Félix