26 enero 2010

Recordando a mi primo Adolfo.


























Durante unas vacaciones, en las que disfruté con la presencia de Adolfo le mostré unas fotos que quería presentar en el “Certamen sobre Cultura Popular”. Le pedí un texto para dichas fotografías. Me lo envió con el titulo: ”el camino de la cruz”. El texto me pareció sublime, pero las fotos no estaban a la altura del texto y no fueron elegidas. Al año siguiente realicé otra serie de cruces con otro enfoque y lo titulé “el símbolo de la cruz”, siendo esta vez seleccionadas; tema ya expuesto en este blog.
Las cruces que alude en el texto están ubicadas en el pueblo de Cardeñosa (Ávila) cruces que conforman para mí el calvario más bonito de España.
Él conocía bien este pueblo. Varios compañeros de estudios eran de Cardeñosa, con los que compartió los últimos años de formación académica.
Quiero recordarle una vez más con estas fotos en distintos momentos y épocas del año, añadiendo el texto que escribió y que es sin duda parte de su alma; ese alma que como nadie plasmó en su ”Castilla en el alma”. Félix.

EL CAMINO DE LA CRUZ

El camino de la cruz no es el camino de la muerte, es el camino que recorren todas las primaveras, todos los veranos, otoños e inviernos los pasos nunca cansados de las almas y los cuerpos de Cardeñosa, en Ávila, geografía de piedras y de cruces, pero también de lluvias y carámbanos, también de mies y amapolas, también de chopos verdeantes por el arroyo, también de vientos amansando el camino, de nieves regando las piedras, de nubes espantando los fantasmas, de flores silvestres tan peregrinas como los pasos de caminantes sin reposo que siempre avanzan hacia el infinito de las tres cruces encaramadas en el teso pedroso.
Este calvario de Cardeñosa que van caminando todas las cruces marcando el sendero de la Cruz no cansa pero tampoco es liviano. Los recodos que tiene son otros tantos caminos para otros tantos cuerpos y almas que van en procura del milagro de la resurrección. Una primavera de tantas, las cruces, ayudadas por los pasos, alzan vuelo, florecen a la intemperie, se estremecen con el trueno, refulgen con la luz, y otra primavera de tantas vuelven a descender, se aposentan sembradas en su propio camino, porque su sino es la perennidad seriamente castellana para continuar viviendo.
Yo he recorrido este camino y el camino me sigue recorriendo. Yo he muerto y resucitado en este camino de la mano de mi amigo, ya muerto, siempre vivo. Yo veo a todos los cuerpos, a todas las almas de las edades de Cardeñosa labradas en este camino de cruces, de Cruz. Yo me he agostado en este camino y he vuelto a verdecer, porque hasta en este camino de cruces hubo recovecos para el amor.
Cada cruz de este camino de cruces es un misterio enterrado en cada alma. Cada musgo sembrado en la piedra es la semilla de lo eterno. Cada pájaro que ha tenido a bien crucificarse en cada cruz ha vuelto a aletear hasta donde el cielo se esconde. Cada estación de este camino son todas las estaciones juntas, todas las primaveras, veranos, otoños e inviernos abrazados entre tierra y cielo, entre suelo y vuelo.
Este camino del calvario castellano de Cardeñosa de Ávila no es un camino cualquiera: es mi camino, nuestro camino, el de todos y para todos. En él hay vida y muerte, más vida que muerte porque la muerte, aunque parezca, no es eterna. Este camino material, terroso y pedregoso, es inmaterial, y anda por la vida de cada cual cuando cada cual se estremece en la vida. Cuando uno transita este camino queda transitado y ya no puede desprenderse de él. Aunque sea de piedra, no pesa. ¿No ven cómo las cruces se alzan sobre sí mismas porque su destino es estar siempre alzadas?. ¿No ven cómo no es muerte sino florecimiento de lo eterno? ¿No ven cómo es austeridad viva castellana, y sin copla, aunque Machado se la hubiese inventado y nosotros, paso a paso, cada primavera, la hubiésemos entonado?
Este es el camino de cruces castellanas sembradas en el suelo desde el cielo.

Adolfo Carreto, Caracas, 2004

17 enero 2010

Sonidos

Sonidos suaves, ritmados en el atardecer. Sonidos.
Estoy en mi habitación, es el mes de enero.
Sonidos; la tarde cae lentamente. A través de mi ventana veo cruzar palomas que están buscando aposento para pasar la noche.
Sonidos. Oigo el zumbido de las palomas, el macho hincha el papo y hace sonar cada vez más fuerte su gruuuurruu, grurruuuu… demostrando así que él es el jefe.
Sonidos incesantes de palomas que se cruzan. Sonidos suaves que cortan el viento con sus aleteo.
Estoy abrazado a mi guitarra .Pulso una cuerda grave. Por la habitación se expanden sonidos graves sin dejar espacio para otros sonidos. Continuo pulsando las cuerdas y en el aire va irrumpiendo la melodia suave porque así es la música de ”Bésame mucho”; suave, romántica, profunda, eterna, porque esa melodia me traslada a otros lugares, a otros recuerdos lejanos que renacen con el aroma primaveral de la juventud. La última nota se desvanece dejando lugar a un corto silencio; silencio sideral.
Pero el sonido vuelve con el zureo de las palomas. Silencio dentro; frío y zureo afuera. La tarde se desvanece y el crepúsculo deja caer su velo que va cubriendo de penumbra mi habitación.
Sonidos afuera, tambien dentro, porque el frigorífico arranca con un breve y suave murmullo, cansino, y se vuelve a dormir en silencio.
Sonidos: el tic-tac del reloj prosigue su andar sin descanso y me sacude la pereza que por momentos se adueña de mí, porque él marca el ritmo de las cosas que hago, que veo, que oigo.
Un sonido lejano, casi desvanecido del claxon de un coche me recuerda que estoy en Madrid, pero yo estoy alejado del bullicio de la ciudad, aunque esté en su corazón.
Sonidos. Una voz femenina invade el espacio que quedó en silencio, porque las palomas van a iniciar su descanso en el hueco de las ventanas de un piso deshabitado. La voz femenina prosigue con su timbre metálico reprendiendo a un niño que protesta, lloriquea y después calla para dar paso al silencio.
Sonidos: zureos, palomas, guitarra, frigorifico,… voces fugaces y lejanas son mis aliados en esta tarde. El crepúsculo avanza sin prisa pero ya se adueña del entorno.
Las palomas han callado y están cada una en el lugar que le corresponde como jerárquicamente han decidido para vivir en paz.
Sonidos. La noche se adueña de la ciudad y lentamente va anestesiando a sus habitantes. Una paloma despistada llega tarde y aun busca su morada mientras su aleteo azarado palmotea y silba en el silencio porque es rechazada, quizás como castigo a su despiste y tarda en encontrar aposento hasta que otra compasiva le cede un espacio y ya todo duerme definitivamente en paz y en silencio.
Sonidos son los que alimentan mi mente en esta tarde que ya es noche y que pone fin a un día de descanso, porque hoy es domingo, mientras el reloj sigue impasible con su tic-tac, tic-tac, marcando el ritmo del tiempo.
Sonidos.

Félix.

09 enero 2010

Conversaciones con la señora María.

Acudí a casa de la señora María para desearle un feliz año, lo que hago extensivo a los visitantes de esta página.La señora María es una vecina, en Madrid, cercana a los setenta años, viuda y sin hijos, con la que simpatizo, y muy a menudo charlamos sobre los avatares cotidianos.Es un persona sencilla, afable, con un ligero acento andaluz y viste de negro como antaño en los pueblos las personas mayores.No pudo instruirse de pequeña y a duras penas consigue leer y escribir.Le gusta interrogarme sobre temas que escucha en la televisión y que dice no entender bien, sobre todo a los políticos.
Señor Félix, pregunta :(he desistido de rogarle que no me llame señor, porque no lo consigo) ¿qué le parece a usted esto de la crisis? porque hablan de “brotes verdes, de deflación, de que hemos tocado fondo”y cuantas más cosas oigo menos claro lo tengo.
Pues señora María, yo también me hago muchas preguntas al respecto.
Cuando escuché decir a la ministra de Economía, que ella veía ya brotes verdes, yo me pregunté dónde los había visto. Pensé que mentía, pero tras darle muchas vueltas a la cabeza, al final di con el enigma.Y me explico. Esto que anunció la ministra la primavera pasada era cierto, porque en el huerto de mi padre había brotes verdes:los ajos, las cebollas, las lechugas, tomateras etc. ,adornaban el huerto;y el peral, el ciruelo y el cerezo mostraban en efecto los brotes verdes.Pero¿cómo los había visto la ministra? si no sale de su ministerio,y cuando sale lo hace en coche con lunas tintadas hasta el aeropuerto o adonde vaya.Pero mira por donde se me encendió la luz.Recuerdo que el amigo Agustín en su blog en marzo nos informó de los medios (Sig-pac,IDECyL,Google Hearth) a través de los cuales se pueden ver perfectamente los brotes verdes del huerto de mi padre y del resto de España, sin moverse del despacho del Ministerio.Se lo explico a mi manera a la señora Maria.Pues así cualquiera puede ser ahora ministro, dijo riéndose.Pero ,señora María, aquellos brotes verdes crecieron y dieron fruto y ahora ,en enero, toda Castilla es gris,o casi ,y no hay brotes verdes, pero ya se lo anticipo yo antes que la ministra; en primavera volverán; ella dirá que a finales del primer trimestre, pero es lo mismo, eso es idea de sus asesores.¡Ah!.Hablando de asesores. ¿Sabe que el Presidente del Gobierno, según he escuchado en la radio, tiene unos seiscientos asesores? ,y a mi me parecen muchos, pero si contamos las secretarias que también asesoran, los jardineros, los cocineros, los chóferes y otros asesosores de los asesores,me salen las cuentas.Ellos se encargan de buscar palabras adecuadas ,frases hechas, bonitas, ideas sutiles para utilizarlas para que todos lo entendamos mejor, pero aun así me parecen muchos asesores, porque en mi pueblo, señora María, no llegamos a quinientos habitantes en su mejor época,y mira que se producía lana, cereales ,legumbres, carne, leche y, además de trabajar de solo a sol, los agricultores también ideaban frases y palabras,y refranes y canciones; inventaba trucos y artilugios para aliviar el trabajo, y sabían si haría bueno o malo al día siguiente,y no había tele ni el “hombre del tiempo”.O sea. Esto de la crisis es un negocio para muchos, señora María.Ve usted en la tele tertulias y en la radio, con supuestos expertos debatiendo sobre la crisis, y dicen cosas que ya sabemos, y los periodistas preguntando al Presidente, a los ministros o quienes tengan a mano, sobre cuando y cómo vamos a salir de la crisis, y a crear empleo, y raca-raca un día y otro. Comprende usted, sin crisis tendrian que buscarse la vida pero con esto tienen para siete años largos.
¿Dice usted, señor Félix, siete años?
Sí, y no soy adivino.
Pues como tenga que esperar siete años, a mí que me gusta tanto el aceite virgen de oliva, y por la puñetera crisis compro ahora la de girasol, no me da usted ninguna alegría, señor Félix
Si esto le consuela, yo también he dejado de comprar el periódico, y de restaurantes nada, y cine casi nada, y más cosas que prefiero no mentar, señora María.Lo que encuentro ridículo es que los periodistas pregunten a quienes no vieron llegar la crisis, cuándo vamos a salir, que es más difícil pronosticar.Porque si los gobernantes lo hubieran detectado nos hubieran dicho un año o dos antes: ¡ojo! No se embarquen ustedes en hipotecas y créditos al consumo, no hagan bobadas que vienen tiempos malos.Es de cajón.Luego ellos no sabían nada.
¿Y como sabe usted que esto durará siete años?
Muy fácil, señora María.Yo soy de pueblo como usted, y en la escuela
teníamos un solo libro para estudiar; la enciclopedia Álvarez, y no ocho o diez libros como últimamente los de la LOGSE, que no por eso saben más que nosotros; que muchos ignoran donde nacen los ríos y más cosas.Y con aquellas lecciones bien aprendidas podías correr España con una cultura más que aceptable, y encontrar un buen puesto de trabajo.
Pues en aquella enciclopedia, señora María, estaba explicado todo.En las lecciones de religión aprendías, según el Antiguo Testamento, que hubo siete años de vacas gordas, que simbolizan la abundancia, seguidos de siete de vacas flacas, que es la crisis.Pues es calcado a lo que ha ocurrido aquí.De modo que si los primeros síntomas de la crisis aparecen en el transcurso de 2007, esto nos lleva a 2014 para encontrar un ritmo de crecimiento regularito. Y hasta entonces, señora María, oiremos decir a los gobernantes que ya hemos tocado fondo, que ya no decrecemos, que empezamos a salir un poquito, que esto se reactiva,que ya se consume más electricidad, que el año próximo iremos mejor,y al siguiente que estamos mejor que el anterior y raca-raca .Y en el fondo, los periodistas deberían preguntarnos a nosotros,y no a los políticos, cuándo vamos a salir de la crisis, porque solo nosotros sabemos cómo se va saliendo.Porque el día que usted pueda volver a consumir aceite de oliva virgen y yo compre el periódico y haga la vida de antes, es que habremos salido de ella .Así de simple.Ya verá ,señora Maria.Ayer acudí a un domicilio, en un barrio obrero, que frecuento muy a menudo por razones de trabajo.Viven el matrimonio de unos sesenta años con dos hijas solteras, una de diecisiete y la otra de veintitantos. La mayor de vez en cuando hace alguna tarea de poca monta, y me dice que no encuentra trabajo; su madre sufre una larga enfermedad y su padre cobra una mísera pensión por accidente laboral.De modo que le llega justito para comer y no precisamente jamón serrano. Asistí a una escena llena de ternura, de humor y de tristeza a la vez.La chica mayor abrazaba a un perrito blanco lanudo, de pie frente a un calendario. ¡Ay que perrito más inteligente tengo! Se exclamaba achuchándolo .¡Ay que perrito mas listo! Repetía en voz alta,y vuelta a besarlo.Y así repetidas veces.Yo observaba la escena y veía al perrito con los ojos clavados en el calendario como si estuviera leyendo, pero lo más seguro es que miraba las imágenes.¡Pero si es que mi perrito está contando los días que faltan para el fin de mes y cobrar!,se exclamaba hartándolo a besos.Yo para mis adentros pensaba;”Pues hija, si faltan tres semanas para el final del mes”.Ya ve que cosas, señora Maria:unos suplicando que llegue el fin de mes y otros al mismo tiempo, esos cientos de miles a los que no le llega la crisis preocupados cada día por encontrar el sitio idóneo para colocar el dinero sobrante; que si en la Bolsa, que si en Bonos, en Pagarés y otras mandangas .Y a todo esto nos piden que nos apretemos más el cinturón o no habrá dinero para las jubilaciones; eso dicen,y que el despido es muy caro,y así.
Yo, señor Félix, veo que todos se pelean por llegar al Gobierno y es que el Presidente y muchos de los que le rodean les sale todo gratis; la comida, los viajes y están bien calentitos donde viven, y comen bien porque yo veo que al cabo de un tiempo todos engordan y eso es que viven muy bien, ¿no le parece?
No le falta razón, señora María.
¡Ande, tómese otro café! señor Félix.
Muchas gracias, no tomo más.Me voy a dar un paseo, que al menos eso es gratis.
Por ahora, señor Félix concluyó sonriendo, y nos despedimos después de haber pasado un rato agradable, como siempre.
Y es que la verdadera amistad siempre reconforta, y más aun en tiempos de crisis.
Félix

05 enero 2010

Noche de Reyes







El día de Nochevieja pasé por donde merodean Micifuz y Zapirón, entre la casa de María y la de Agustín, o sea, la que fue mi calle de infancia ,y lo seguirá siendo, para premiar con el aguinaldo a estos dos gatos ya famosos por la atención que me han prestado posando ,tan atentos ellos, para las fotos ya publicadas.
Los encontré, a los dos más otro invitado para la ocasión, relamiéndose con la leche que en una lata le sirve Agustin, a buen seguro cada noche.
Entendí que como ya estaban en el postre no necesitaban más alimento.
No me debieron reconocer y se dispersaron huyendo de mi presencia pero cuando les reclamé una nueva pose, esta vez en la oscuridad de la noche, mal que bien me cedieron estas instantáneas, aunque con los ojos destellantes, en su refugio protegiéndose del frío y de la lluvia.
Como son las diez de la noche del cinco de enero, o sea, la Noche de Reyes me acordé de ellos, y como ya estoy en Madrid y no en La Zarza, no puedo llevarles el regalito que podría ser una longaniza, pero sé que Agustín no faltará a la cita y una vez más gracias a él, Micifuz y Zapirón celebrarán la Noche de Reyes como cada día. Félix

04 enero 2010

Cena de cazadores en La Zarza




Manolo Martín, (ex taxista), y mi hermano Casiano, dos cazadores inseparables, tuvieron la excelente idea de celebrar una cena con las liebres que cazaron.Fuimos nueve los invitados: Miguel Martín y su hermano J, Eugenio, sobrinos de Manolo, Jesús Nieto, mis hermanos Chuchi, Jose, mi tío Vicente y yo.
El veintiséis de diciembre ,a las nueve de la noche, nos reunimos en el bar “Las Columnas” para celebrarlo como si de la noche de San Silvestre se tratara.No fue necesario ningún artificio(ni confetis, ni espumas,ni petardos) para disfrutar a lo grande y a la antigua usanza(buena comida, buena bebida, canciones y buen humor)
Sagrario, excelente cocinera, se esmeraba en los fogones para que el guisado quedara perfecto.Y quedó .Tomamos el aperitivo en la barra para hacer tiempo.
¿Ya está listo? Pregunté a Sagrario
No, falta un poquito, me dijo con una sonrisa prolongando el suspense.A los cincos minutos, salió de nuevo de la cocina por la puerta que comunica con el bar ,junto a la barra.Me dijo, acercando los dedos apiñados a la boca como cuando queremos expresar una exquisitez culinaria:¡Ha quedado de maravilla!¡está a punto! Adiviné en el brillo de sus ojos todo el amor que había puesto en la preparación de tan suculento guiso.Pasamos al comedor y pedimos a Sagrario que brindara con nosotros deseándole lo mejor para el año nuevo. Excepcionalmente esa noche no llovía, el cielo raso presagiaba una buena helada, así que mejor alimentarse bien para combatir el frió, pensamos unos y otros.
En el centro de la mesa la cazuela con el guiso de liebre era la reina. Comenzamos a modo de aperitivo cantando un villancico, a ritmo de rumba con mi guitarra:”Dime niño, de quien eres, todo vestidito de blanco…”
Iniciamos el banquete con buen ánimo, degustando el buen vino y saboreando la carne de liebre que aunque su aspecto algo negruzco no sea muy atractivo, sin embargo, estaba muy jugosa y casaba perfectamente con el arroz y otros ingredientes magistralmente cocinados.J. Eugenio confesó su sorpresa por el excelente resultado del arroz con liebre que comía por primera vez.Tambien yo quedé gratamente sorprendido.El resultado fue todo un éxito y felicitamos a Sagrario, siempre pendiente por el buen discurrir de la cena.Sobró comida y cerramos el banquete con una exquisita macedonia, café, copa y puro para los dos fumadores.
Sagrario nos dejó en la mesa una botella de Wiski, otra de aguardiente y otra de licor de hierbas, pero también agua.Al terminar la cena, todas quedaron vacias, y por un momento me pregunté quien las había bebido.
Concluí que el cante, y el baile improvisado en algún momento, a lo largo de tres horas, permite quemar muchas calorías y mantener la forma.Porque tres horas dan para mucho, y sobre todo después de comer y cantar a pleno pulmón sienta muy bien.
Fueron saliendo todas las canciones de nuestros años mozos:recuperé con mi guitarra todas las rumbas célebres de Peret, canciones de la Tuna (clavelitos),pasodobles como “España cañí”,tangos,”El burro de Villarino,que acarreaba la vinagre”,y un sinfín de melodías en popurrí: ”Asturias patria querida”,”Riancheira”,”Las vacas del pueblo ya se han escapao”,y hasta salió una improvisación haciendo alusión a las liebres cazadas que decía algo así:”Manolo levantó la liebre/Casiano le tiró/pero Manolo decía/ fui yo quien la mató/con tan buena puntería/ que en la cazuela acabó…. Y aclarado quedó/ que Manolo con setenta y dos años/es el mejor cazador.”
Jesús Nieto nos deleitó con sus arranques mezclando tan pronto baile por rumbas con Vicente, tan pronto cantando estrofas “picantes” que todos seguiamos.Al final, debo reconocer que la voz comenzaba a fatigarse, pero Vicente que seguía filmando varias secuencias para su archivo, y si se tercia colgarlas en Internet, me pidió una última canción de despedida. Dieron las doce .Sagrario nos pasó la nota.Pienso que debió de hacernos un precio “especial crisis,” pues por menos que cuestan tres cajetillas de tabaco corriente, pasamos una noche memorable.Gracias, Sagrario.
Emprendí con mi guitarra bajo el brazo el camino de casa.Las estrellas centelleaban y los techos de los coches y los tejados lucían ya un manto de hielo.Todo afuera yacía paralizado; ausencia de aromas, el frío parecía anestesiarlo todo.En medio del silencio total la respiración se hacia un eco, el aliento humeaba calentando mi rostro fugazmente y los pasos seguían marcando el tic- tac del tiempo en una noche que tocaba a su fin y que definitivamente perduraría en el recuerdo. Félix.